El actual presidente de los EEUU, Donald Trump, sigue en su empeño de mantener el pulso y tratar de prolongar el conflicto comercial con el gigante asiático.
En el horizonte, ya se vislumbran unas elecciones generales, donde cada decisión estratégica, puede llegar a ser decisiva. Es cierto, que tras la propagación mundial de la pandemia por COVID-19, la guerra comercial entre China y Estados Unidos ha pasado a un segundo plano y eso se deja ver en los mercados financieros, donde la volatilidad se centra en cómo y de qué manera saldremos del laberinto económico y social que ha ocasionado por el virus.
A pesar de la grave situación que atraviesa el planeta, el presidente de la Casa Blanca no ha dejado de manifestar su rechazo a las empresas chinas durante los últimos meses, desde solicitar al Fondo Federal de Inversión del Ahorro para la jubilación de EEUU (un Fondo que gestiona un patrimonio de 600.000 millones de dólares) que no inviertan en compañías chinas, hasta tomar la decisión de desvincular la economía americana de China, aumentando la actual economía de proteccionismo.
Quizás Trump pueda pensar que esto es algo beneficioso para las grandes multinacionales americanas, pero China ya ha implantado nuevos aranceles a bienes estadounidenses por valor de 75.000 millones de dólares. Sin duda, es un gran varapalo para compañías como Apple, que tiene toda su cadena de ensamblaje en el país asiático o empresas como Marvell Technology con un 50% de todo su negocio generado en China.
Tampoco es una situación agradable para el homólogo de Trump, el presidente Xi Jinping es consciente de la debacle económico-financiera que supondría que las más de 150 compañías chinas dejaran de cotizar en Wall Street.
Ante esta situación, la Región Administrativa Especial de Hong Kong, surge como alternativa en caso de que el conflicto entre las dos grandes potencias mundiales aumente en los próximos meses.
La antigua colonia británica, que fue devuelta a China en 1997, se ha convertido en la economía más liberal del mundo (con una puntuación de 88,6 sobre 100 en el Índice de Libertad Económica) gracias en gran medida, a una política de impuestos bajos (no existe el IVA ni el impuesto sobre el capital y las empresas pagan un tipo único del 16,5% en el Impuesto de Sociedades).
Con más del 90 por ciento del PIB proveniente de los servicios, principalmente de los sectores financiero y comercial, Hong Kong es la economía más orientada a los servicios del mundo.
Por lo tanto, Hong Kong se ha convertido en la joya más preciada por ambas potencias mundiales. A pesar de los graves conflictos sociales y políticos en los últimos meses, algunas de las empresas tecnológicas y de internet chinas más importantes están optando por quedarse más cerca de casa, bien trasladando su mercado primario de cotización desde Wall Street o añadiendo una cotización secundaria en las bolsas de Hong Kong. Mientras tanto, EEUU había acordado un decreto de trato preferencial a Hong Kong (que permitía aumentar las exportaciones tecnológicas entre otras ventajas), pero Trump puso fin a estas relaciones a finales de julio. La batalla por Hong Kong está más activa que nunca y tanto China como EEUU tratarán de consolidar su control sobre esta zona en caso de que las dos grandes potencias mundiales sigan sin entenderse.