Las matemáticas están presentes en todos los aspectos de la naturaleza, hasta tal punto que puede llegar a explicar cada matiz comprendido en ella. Uno de los mejores ejemplos de ello es la conocida como sucesión de Fibonacci.

La sucesión de Fibonacci es una disposición numérica caracterizada por una conexión de repetición directa primaria. En aritmética y ciencia, la sucesión aparece en numerosos entornos.

Los niveles de Fibonacci se derivan de una serie numérica que el matemático italiano Leonardo de Pisa, también conocido como Fibonacci, introdujo en Occidente durante el siglo XIII. La secuencia comienza así:

0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89 …

Cada nuevo número es la suma de los dos números anteriores. A medida que avanza la secuencia, cada número es aproximadamente el 61,8% del siguiente número, aproximadamente el 38,2% del siguiente número y aproximadamente el 23,6% del número siguiente. Si restamos 23,6 de 100 y el resultado es 76,4.

Estos cuatro números son los niveles de retroceso de Fibonacci: 76,4, 61,8, 38,2 y 23,6.

Lo que descubrieron Fibonacci y los estudiosos antes que él es que esta secuencia prevalece en la naturaleza en formas espirales como conchas marinas, flores e incluso constelaciones. A medida que una espiral crece hacia afuera, lo hace aproximadamente al mismo ritmo que los porcentajes derivados de las razones de Fibonacci.

Algunos creen que estas proporciones se extienden más allá de las formas de la naturaleza y en realidad predicen el comportamiento humano. La idea es, esencialmente, que las personas comienzan a sentirse incómodas con las tendencias que hacen que los cambios sucedan demasiado rápido y ajustan su comportamiento para desacelerar o revertir la tendencia.

De acuerdo con esta teoría, si alguien comenzara con 100€ en su cartera, comenzaría a disminuir sus gastos, o se detendría por completo, una vez que haya gastado alrededor de 61.80€ y sólo le queden unos 38.20€

Si lo llevamos al mercado de valores observamos que los precios de las acciones fluctúan a diario. A menudo formarán tendencias en una dirección u otra y luego se recuperarán contra esas tendencias. Los movimientos en una dirección de tendencia se denominan impulsos y los movimientos en contra de una tendencia se denominan retrocesos. Los niveles de retroceso de Fibonacci resaltan las áreas donde un retroceso puede revertirse y regresar en la dirección de la tendencia. Esto los convierte en una herramienta útil para que los inversores la utilicen para confirmar los puntos de entrada en la tendencia.

Cuando una acción tiene una tendencia muy fuerte en una dirección, la creencia es que el retroceso ascenderá a uno de los porcentajes incluidos dentro de los niveles de retroceso de Fibonacci: 23,6%, 38,2%, 61,8% o 76,4%. Algunos modelos también incluyen el 50%.

Por ejemplo, si una acción salta de 10€ a 11€, es probable que el retroceso sea de aproximadamente 23 céntimos, 38 céntimos, 50 céntimos, 62 céntimos o 76 céntimos.

Temprano o tardío en las tendencias, cuando un precio todavía está ganando o perdiendo fuerza, es más típico ver retrocesos de un porcentaje más alto.

Si bien son útiles, los niveles de Fibonacci no siempre identificarán los puntos de inflexión exactos del mercado. Proporcionan un área de entrada estimada pero no un punto de entrada exacto. No hay garantía de que el precio se detenga y revierta en un nivel de Fibonacci en particular, o en cualquiera de ellos.

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