Más por menos
Más por menos
Un fondo de inversión es una institución de Inversión Colectiva (ICC). Consiste en un patrimonio formado por las aportaciones de un número variable de inversores, denominados partícipes. El fondo lo crea una entidad, la gestora, que es la que invierte de forma conjunta esas aportaciones en diferentes activos financieros (renta fija, renta variable, derivados o cualquier combinación de éstos, etc.) siguiendo unas pautas fijadas de antemano.
Cada partícipe es propietario de una parte del patrimonio del fondo, en proporción al valor de sus aportaciones. Los aumentos o disminuciones del valor del patrimonio se atribuyen proporcionalmente a los partícipes.
Por lo tanto, el partícipe está confiando sus ahorros a un profesional (Gestora), que será el encargado de buscar oportunidades para generar rentabilidad a los partícipes. Junto a la Gestora de Fondos está la figura de la Sociedad Depositaria, cuya función es custodiar, garantizar y vigilar el patrimonio gestionado. A cambio de esta gestión y esta custodia el participe está obligado a pagar unas comisiones (Comisión de Gestión y de Depósito) que vendrán recogidas en el folleto informativo del fondo y cuyos límites máximos vienen definidos por ley. Algunos fondos también pueden cobrar otras comisiones como la de suscripción, rembolso y/o resultados.
Los fondos están regulados por una normativa que pone los límites a la forma en que la Sociedad Gestora puede invertir el dinero, con el fin de asegurar un nivel mínimo de diversificación, liquidez y transparencia.
Tanto el tipo de activos en los que invierte (política de inversión) como el resto de las características del fondo (comisiones, posibilidad de sacar el dinero, riesgo que se asume, horizonte temporal…), están recogidas en un documento llamado Folleto Informativo y en el resumen de éste en el “Documento de Datos Fundamentales para el Inversor” o “DFI”.
Cuando invertimos en un fondo de inversión estamos comprando (suscribiendo) participaciones, cuyo precio o valor de mercado es el valor liquidativo, que se calcula dividiendo el patrimonio total del fondo por el número de participaciones que haya en circulación de dicho fondo. En cuanto a nuestra rentabilidad, la calcularemos como el porcentaje de variación del valor liquidativo, entre la fecha de suscripción y la fecha de reembolso, siendo afectada por las comisiones de suscripción o de reembolso, en el supuesto de que hubiera dichas comisiones.
El patrimonio del fondo aumentará o disminuirá por lo tanto por dos motivos:
Un fondo de inversión, así como cualquier otro producto de inversión, tiene riesgos y el alcance de éstos dependerá del tipo de fondo, de sus características individuales (definidas en el folleto), y de los activos en los que se invierta el patrimonio. De esta manera, la elección entre los distintos tipos de fondos debe hacerse teniendo en cuenta tanto la capacidad y el deseo de asumir riesgos por parte del inversor, como su horizonte temporal de inversión.
En general, los fondos de inversión controlan o intentan controlar este tipo de riesgos diversificando las inversiones para así intentar reducir la volatidad de dicho fondo.
Por lo tanto, a la hora de elegir un tipo de fondo tenemos que tener en cuenta la determinación de nuestra situación y objetivos personales (es decir, el volumen de pérdidas que estamos dispuestos a asumir y el plazo durante el cual deseamos mantener la inversión), porque la respuesta a estas cuestiones nos permitirá acotar el tipo de fondo que mejor se adapta a nuestros objetivos personales de inversión.
Una máxima que por norma general no debemos olvidar, es la estrecha relación existente entre el binomio “riesgo/rentabilidad”, dado que ante la mayor posibilidad de obtener una mayor rentabilidad es necesario asumir un mayor riesgo.
Sin entrar a profundizar en el tema y a efectos de simplificarlo, podríamos, por ejemplo, decir que un inversor puede tener un perfil de riesgo bajo, medio o alto. Si los objetivos de cada uno de los perfiles, son la preservación del capital, revalorización moderada del capital y la alta revalorización de capital respectivamente, una vez que tenemos nuestro perfil de riesgo definido y sabemos nuestro horizonte temporal de la inversión, nos resultará más fácil decantarnos por un fondo o varios fondos, o un tipo o tipos de fondos.
Simplificando el espectro de los tipos de fondos disponibles y sin tener en cuenta otras clasificaciones de los mismos, vamos a clasificarlos según el tipo de activo en el que invierten, de manera que podríamos tener fondos monetarios, garantizados, renta fija, mixtos y renta variable.
Por otro lado, encontramos una serie de variables que podrían también ayudarnos a seleccionar un fondo, y por lo tanto, sería también conveniente tenerlas en cuenta: perfil de riesgo del fondo y política de inversión; horizonte temporal recomendado, rentabilidades históricas, comisiones.
Por tanto, a la hora de invertir en fondos de inversión hay que tener muy presente qué tipo de fondo o tipos de fondos se adaptan mejor a las necesidades de inversión del partícipe, y una vez determinados esos tipos, hay que determinar cuál podría resultarnos más favorable, teniendo en cuenta no sólo las comisiones más bajas o las rentabilidades históricas, dado que, aunque estas variables nos pueden ayudar a la hora de elegir un fondo u otro, no son ni exclusivas ni excluyentes.
Para concluir con esta breve introducción al funcionamiento de los fondos, debemos saber y plantearnos por qué los fondos de inversión son tan populares entre los pequeños inversores:
Por último y ya para finalizar vamos a poner un ejemplo muy sencillo para ver cómo se calcula el valor de un fondo:
Un mes después de comenzar a funcionar el “Fondo X” (1 participación por fondo) la cartera tiene los siguientes valores de mercado:
TOTAL, CARTERA
Mes anterior: 400€; Mes actual 411€
TOTAL CARTERA (411) – Comisiones de Gestión (-2) – Comisiones de depósito (-1)
Por tanto, el patrimonio del fondo asciende a 408 euros.